Este segundo discurso comienza con el repaso de los 10 mandamientos como base del pacto establecido entre Dios e Israel (Dt. 5:2). Son los mismos 10 mandamientos que encontramos en Éxodo 20 escritos con el dedo de Dios y entregado a Moisés en tablas de piedra (Éxodo 31:18).
Cuando Moisés regresó del monte Sinaí con las tablas encontró al pueblo apostatando al adorar a un becerro de oro. Cómo símbolo de dolor por haber quebrantado el pacto Moisés rompió en pedazos esas tablas y tuvo que volver a subir al monte para confeccionar unas nuevas. De no ser por esta acción podríamos decir que los 10 mandamientos son el único documento de toda la Biblia ESCRITO POR DIOS MISMO! De ahí, la solemnidad con la que debemos estudiarlos y aplicarlos a nuestra vida como cristianos.
Considerando el concepto anterior, es interesante descubrir que a partir de aquí, el orden con que se presentarán las demás leyes en el libro de Deuteronomio, será el mismo con el que se presentan los 10 mandamientos. Toda ley y norma judía tiene su raíz en los mandamientos.
Estos son (según la NVI):
1. No tengas otros dioses además de mí (Deuteronómio 5: 7).
2. No hagas ningún ídolo ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el SEÑOR tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones (versículos 8-10)
3. No pronuncies el nombre del SEÑOR tu Dios a la ligera. Yo, el SEÑOR, no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera (11).
4. Observa el día sábado, y conságraselo al SEÑOR tu Dios, tal como él te lo ha ordenado. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero observa el séptimo día como día de reposo para honrar al SEÑOR tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu burro, ni ninguno de tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. De ese modo podrán descansar tu esclavo y tu esclava, lo mismo que tú. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el SEÑOR tu Dios te sacó de allí con gran despliegue de fuerza y de poder. Por eso el SEÑOR tu Dios te manda observar el día sábado (12-15).
5. Honra a tu padre y a tu madre, como el SEÑOR tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el SEÑOR tu Dios (16).
6. No mates. (17)
7. No cometas adulterio. (18)
8. No robes. (19)
9. No des falso testimonio en contra de tu prójimo. (20)
10. No codicies la esposa de tu prójimo, ni desees su casa, ni su tierra, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca. (21)
En el versículo 29 encontramos el motivo principal de Dios al darnos los mandamientos: “¡Ojalá su corazón esté siempre dispuesto a temerme y a cumplir todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos siempre les vaya bien!”
El objetivo de Dios siempre fue el mismo, la felicidad del ser humano. Ezequiel 18:23 deja en claro este punto, “¿Acaso creen que me complace la muerte del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que viva? Yo, el SEÑOR, lo afirmo.”
Cuando a Jesús le preguntaron cuál era el mandamiento más grande él respondió con palabras conocidas para un judío: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente (Dt. 6:5). Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo (Levítico 19:18).” (Mateo 22: 37-39).
La base de la ley de Dios es el amor y si notamos bien los primeros cuatro mandamientos tienen que ver con la relación personal con Dios: No tener otros dioses, no adorar imágenes, no tomar el nombre de Dios en vano o a la ligera y separar el día sábado del resto de los días de la semana para dedicarlo solo a Él. Podemos decir que este último es un “Templo en el Tiempo”. Dios quisiera reunir a todos sus hijos para que lo adorasen en un solo lugar en la tierra, pero esto no sería accesible para muchos, por eso el templo que creó desde la creación fue en el tiempo y durante este tiempo (las horas del sábado), no importa dónde se encuentren, los hijos de Dios pueden dedicarlo solo a él.
A los cristianos les llamaron así porque hablaban de Cristo, predicaban de Cristo y hacían las mismas cosas que Cristo. Cuando la gente los veía les recordaban a Cristo. Una vida de testimonio diaria, pero el sábado esa vida de testimonio abandonaba todo trabajo secular y dejaba toda preocupación mundanal para dedicarlo pura y exclusivamente al Señor.
Los otros seis mandamientos tienen que ver con la relación con el prójimo: honrar a los padres, no matar, ni adulterar, ni robar, ni mentir, ni codiciar nada del prójimo.
La respuesta de Jesús revelaba el resultado final del amor. Si el cristiano ama a Dios, por consecuencia obedecería los primeros cuatro mandamientos; si ama a su prójimo obedecería los otros seis.
Juan lo declara en 1Jn 1:6, “En esto consiste el amor: en que pongamos en práctica sus mandamientos. Y éste es el mandamiento: que vivan en este amor, tal como ustedes lo han escuchado desde el principio.”
Moisés repitió los mandamientos al pueblo para recordarles cual es el carácter de Dios, un Dios de amor que solamente quiere el bien de sus hijos.
