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Apuntes Teológicos
Blog de fedx
03 de Noviembre, 2008 · General

PRIMER DISCURSO DE MOISÉS: Ciudades de refugio (Deuteronomio 4: 41-43)

La ley de las ciudades de refugio aparece en su forma completa en Núm. 35 y Deut. 19.  La santidad de la vida humana, que no se la reconocía en los conceptos paganos y ateos, es uno de los grandes principios de la religión cristiana.  Desde época muy remota, Dios procuró recalcar ante su pueblo la idea de que poner fin a la vida de un ser humano, en cualquier circunstancia, era algo muy malo.  Esto es porque el hombre fue hecho a la semejanza divina.  Después del diluvio, Dios declaró que "el que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre" (Gén. 9: 6; y Exo. 21: 12,14). 

Dios había prometido un lugar donde pudiese huir el que matara involuntariamente a otro (Exo. 21: 13), pero no ofreció la misma protección para el asesino.  Dios quería eliminar la antigua costumbre de la venganza particular, según la cual el castigo del asesino estaba en manos del pariente más cercano o del heredero de la víctima. 

Entre las naciones, Israel era la única que tenía este concepto del valor de la vida humana, y Dios deseaba enseñarles aún más de su justicia y misericordia. 

En la mente hebrea estaba profundamente arraigada la idea de que el pariente más cercano era el guardián de la vida de su hermano, y por eso debía vengar su muerte.  En vez de contrariar este sentimiento o intentar desarraigarlo, Dios puso este sentimiento bajo controles provisionales y sanos que impedían que se cometiera una gran injusticia cuando no se había cometido un crimen.

Pero las ciudades de refugio enseñaban una lección más importante. Eran una forma que tenía Dios para mostrar en qué se basaba la justicia divina, pero por sobre todo su misericordia y amor. Así como el homicida quedaba libre de culpa al momento de la muerte del Sumo Sacerdote, el pecador encontró esperanza al momento de la muerte de Cristo, nuestro Gran Sumo Sacerdote que intercede delante de Dios por nosotros (Heb 4:14)

Las ciudades de refugio eran un santuario, y por lo tanto un símbolo de Cristo, que ampara al pecador que se refugia en él por fe.

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús. ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica.  ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.” (Romanos 8:1, 33, 34)
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publicado por fedx a las 18:47 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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